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Varios cadáveres comienzan a aparecer en la ciudad, cada uno con señales claras de haber sido víctima de brutales juegos de tortura similares a los del infame asesino Jigsaw, quien supuestamente murió hace más de una década. La policía, liderada por los detectives Halloran y Hunt, se ve envuelta en una investigación que desafía la lógica: ¿es posible que John Kramer, el hombre conocido como Jigsaw, haya regresado de la muerte?
A medida que los cuerpos siguen apareciendo, el patrón de los crímenes sugiere que alguien ha retomado los métodos y la filosofía de Jigsaw. En paralelo, cinco personas desconocidas entre sí se despiertan encadenadas en una granja abandonada. Son obligadas a pasar por una serie de pruebas sádicas que exploran sus pecados pasados, en un estilo claramente inspirado por el asesino original.
La tensión se intensifica cuando los investigadores descubren que las víctimas del juego están conectadas por un caso antiguo, y que todas han sido responsables de causar daño a otros sin asumir las consecuencias. La narrativa entrelaza los eventos del juego con la investigación policial, creando una atmósfera de paranoia, engaño y misterio constante.
A medida que se revelan más detalles, se descubren grabaciones con la voz de Jigsaw que parecen auténticas. Finalmente, se revela que uno de los forenses, Logan Nelson, es en realidad el nuevo aprendiz del asesino. Él fue una víctima indirecta de un error médico causado por Halloran, y decide continuar el legado de Jigsaw como forma de justicia personal.
La película concluye con Logan encerrando a Halloran en una de las trampas, dejándolo morir por sus crímenes, mientras él escapa limpio de sospechas. Así, Jigsaw no solo reaviva el juego macabro, sino que también plantea la inquietante idea de que el legado de John Kramer sigue vivo y puede reaparecer en cualquier momento, con nuevos discípulos dispuestos a impartir su retorcida versión de la justicia.
