In a Violent Nature (2024)

   

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In a Violent Nature es una propuesta única dentro del cine de terror moderno, que rompe con las convenciones del subgénero slasher. La película adopta una narrativa visual minimalista, donde casi todo el relato se cuenta desde la perspectiva del asesino, Johnny. Esta elección estética transforma al espectador en un observador silencioso de su recorrido sangriento, generando una experiencia inquietante, introspectiva y casi contemplativa. A diferencia de los slashers tradicionales, aquí no se enfatiza la adrenalina ni el suspenso inmediato, sino la lentitud, el silencio del bosque y la espera entre cada acto violento.

La película se desarrolla en un entorno natural vasto y sombrío, donde el espacio del bosque cobra vida como un personaje más. La cámara sigue a Johnny mientras deambula por paisajes silenciosos, en escenas largas y sin cortes que generan tensión por acumulación. La falta de música, diálogos mínimos y ausencia de un héroe tradicional refuerzan una sensación de alienación. En lugar de ver la historia desde el punto de vista de las víctimas, nos vemos obligados a observar pasivamente desde el lente del monstruo, lo cual nos confronta con la violencia de una manera nueva y perturbadora.

 

Johnny, el asesino, no es simplemente un monstruo sin alma. Aunque nunca habla, se sugiere una dimensión trágica en su origen. A través de pistas visuales y comentarios breves de los personajes secundarios, entendemos que fue víctima de una muerte violenta en el pasado, posiblemente traicionado por quienes deberían haberlo protegido. Su venganza no se presenta como justificación, pero añade una capa de humanidad monstruosa a su figura, haciéndolo más que un simple ente asesino. La conexión entre trauma, naturaleza y violencia queda implícita, sin necesidad de explicaciones excesivas.

Los asesinatos, aunque escasos en número, son extremadamente gráficos y coreografiados con precisión. La violencia no se presenta como entretenimiento fácil, sino como algo casi ritual, mostrada con crudeza y realismo. Cada muerte impacta por su brutalidad directa y por el contraste con la lentitud del resto de la película. Esto provoca una incomodidad constante, donde el espectador no puede relajarse ni anticipar fácilmente lo que ocurrirá. La elección de efectos prácticos en lugar de efectos digitales refuerza la fisicalidad del horror.

In a Violent Nature desafía al público a reconsiderar su relación con el género slasher. Al centrar la mirada en el asesino, despojar la narrativa de acción convencional y utilizar el paisaje como espejo de la violencia humana, la película se convierte en una meditación sobre el mal, el trauma y la indiferencia de la naturaleza. Es una obra que no busca complacer, sino provocar. En su aparente simplicidad, esconde una crítica sutil al voyeurismo en el cine de terror y nos obliga a cuestionar por qué seguimos mirando.