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Mina, una joven artista de 28 años que trabaja en una tienda de mascotas en Galway, se embarca en un viaje rutinario para transportar un loro dorado hasta un zoológico cercano. Todo cambia cuando su auto se avería en lo profundo de un bosque irlandés, un lugar marcado por carteles que advierten “no volver”. Perdida y vulnerable, Mina descubre una vieja estructura tipo búnker llamada “el Coop”, donde vive Madeline junto con otros dos habitantes, Daniel y Ciara.
Madeline explica las reglas que mantienen a todos con vida: por las noches, criaturas invisibles llamadas los Watchers acechan el bosque y matan a cualquiera que esté fuera del Coop. Además, hay unas madrigueras subterráneas, llamadas “Burrows”, que los Watchers usan para esconderse durante el día porque no toleran la luz solar. Aquel refugio parece ser la única protección.

Conforme pasan los días, los extraños atrapados en el bosque comienzan a investigar. Mina se hace preguntas: ¿qué son realmente los Watchers?, ¿por qué vigilan y parecen obsesionados con los cristales espejados del Coop?, ¿hay alguna conexión oculta con lo que hizo o dejó de hacer quien construyó ese lugar? Estas dudas la llevan a entrar en las madrigueras y descubrir objetos abandonados que revelan parte del pasado sombrío del bosque.

Cuando la tensión aumenta, el grupo decide escapar siguiendo pistas dejadas por un profesor llamado Kilmartin, quien investigó antes esas criaturas. Sin embargo, no todos sobreviven: Daniel es engañado por uno de los Watchers que ha tomado forma humana (el esposo desaparecido de Ciara) y pierde la vida. Mina, Ciara y Madeline logran alcanzar un río al borde del bosque, huyendo por un bote.

El final revela un giro sorprendente: Madeline no es solo una humana refugiada, sino alguien mitad humana, mitad Watcher (“halfling”), lo que explica su habilidad para tolerar la luz del día y entender a las criaturas. Además, Mina descubre que Madeline tenía muchas más conexiones con las leyendas y los secretos del bosque de lo que parecía al principio. La película cierra con la idea de que la separación entre monstruos y humanos no es tan clara como creíamos, y que los Watchers quizá no sean simplemente observadores… sino también víctimas y guardianes al mismo tiempo.