The Gentlemen (2019)

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The Gentlemen presenta a Mickey Pearson, un narcotraficante estadounidense que ha logrado conquistar el mercado británico de la marihuana con una estrategia ingeniosa: cultivar discretamente en propiedades rurales de nobles empobrecidos, a cambio de mantener su estilo de vida aristocrático. Esta fusión entre la vieja nobleza inglesa y el crimen moderno es el punto de partida de una trama donde lo tradicional se cruza con lo ilícito. Mickey, cansado de la vida criminal, planea vender su negocio y retirarse en paz. Pero su deseo de salir “limpio” desencadena una serie de reacciones violentas entre competidores, traidores y oportunistas que ven su retirada como una oportunidad de oro.

Apenas se rumorea la posible venta del imperio, surgen múltiples figuras que intentan manipular la situación a su favor. Desde Dry Eye, un mafioso joven que representa el surgimiento de una nueva generación criminal más impulsiva y menos respetuosa, hasta Matthew Berger, el inversionista estadounidense que parece más interesado en engañar que en negociar. Cada personaje simboliza una faceta diferente de la ambición y la codicia en el mundo moderno. La lucha por el control del negocio no solo es territorial, sino también simbólica: ¿quién merece dominar este sofisticado submundo? ¿El caballero experimentado o el ambicioso sin códigos?

Uno de los aspectos más brillantes del film es su estructura narrativa. La historia es contada por Fletcher, un investigador privado extorsionador que ha escrito un guion detallando todos los crímenes que ha descubierto. Fletcher narra los eventos en una conversación cargada de tensión con Raymond, el mano derecha de Mickey. A través de él, la película se convierte en un juego metacinematográfico donde el espectador es constantemente cuestionado: ¿qué es real? ¿Qué es exageración? Este recurso convierte la historia en un rompecabezas donde la verdad está constantemente en disputa, igual que en el propio mundo criminal.

Guy Ritchie imprime su sello inconfundible: diálogos rápidos, montaje dinámico y una mezcla de violencia estilizada con humor negro. La estética de la película —trajes impecables, autos de lujo, locaciones refinadas— contrasta con la brutalidad de los actos cometidos. Este choque de estilos crea una ironía constante: los criminales aquí no son vulgares, sino hombres de negocios con modales, lo que refuerza la crítica social implícita. En un mundo donde lo legal y lo ilegal se entrelazan con tanta naturalidad, The Gentlemen sugiere que el crimen organizado puede ser tan “respetable” como cualquier otro negocio… siempre que sepas jugar como un caballero.

Al final, Mickey demuestra que la inteligencia, la sangre fría y la lealtad siguen siendo valores fundamentales para sobrevivir en un entorno tan traicionero. Aunque busca retirarse, comprende que el poder solo se mantiene si estás dispuesto a defenderlo. La película concluye con un equilibrio perfecto entre cierre narrativo y puertas abiertas para futuras historias, dejando claro que en el mundo del crimen británico, el estilo lo es todo, pero sin fuerza, astucia y brutalidad, ningún caballero permanece en pie. The Gentlemen no solo entretiene: también invita a reflexionar sobre qué significa ser un “caballero” en tiempos donde el crimen se viste con traje y corbata.