Shaft (2000)

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Shaft sigue la historia de John Shaft II, un detective de la policía de Nueva York conocido por su estilo implacable, su fuerte sentido de la justicia y su actitud desafiante ante la corrupción. La película comienza con un caso de asesinato racista: un joven afroamericano es brutalmente asesinado frente a un club nocturno por Walter Wade Jr., el arrogante y adinerado hijo de un empresario poderoso. Shaft arresta a Wade, pero este logra quedar en libertad bajo fianza.

Frustrado por el sistema judicial que favorece a los ricos y poderosos, Shaft renuncia a su placa y decide actuar por su cuenta. Cuando Wade huye del país para evitar el juicio y regresa años después, Shaft retoma el caso, decidido a encarcelarlo de una vez por todas. Para lograrlo, necesita encontrar a Diane Palmieri, la única testigo del crimen, que ha desaparecido por miedo a represalias.

Mientras busca a la testigo, Shaft se enfrenta tanto a Wade como a Peoples Hernández, un narcotraficante local con quien Wade ha hecho negocios sucios. La tensión entre los tres crece, y la violencia aumenta a medida que Shaft se acerca a la verdad. A lo largo de la historia, también cuenta con la ayuda de su compañero detective y su tío, el Shaft original, que aporta experiencia y respeto a la lucha.

La película mezcla acción, crimen y denuncia social, mostrando los problemas del racismo estructural y la desigualdad en el sistema legal. Shaft no solo lucha contra criminales, sino también contra un sistema que protege a los poderosos y olvida a las víctimas. Su personaje representa la resistencia, la inteligencia callejera y la justicia por medios poco convencionales.

Shaft (2000) revitaliza al icónico personaje de los años 70 con un estilo moderno, cargado de carisma y acción. Samuel L. Jackson ofrece una interpretación fuerte y sarcástica, manteniendo el espíritu del original pero adaptado a un nuevo contexto urbano. La película combina entretenimiento con crítica social, dejando claro que Shaft siempre está dispuesto a enfrentarse a cualquier enemigo, sin importar su estatus o poder.